Todo lo que nos rodea es energía, y la energía fluye allá donde llevamos nuestra atención.
Mi vida cambió radicalmente cuando descubrí que todo lo que buscaba y todo lo que anhelaba estaba dentro de mí. Las respuestas a las preguntas que necesitaba residían en mi interior.
Entendí que yo era la única persona que podía revertir la situación en la que me encontraba. Pude ver destellos de ese poder que todos ser lleva dentro, yo lo apagué por muchos años, creyendo que yo era mi mente y ese sinfín de miedos y pensamientos negativos.
Me identifique con mi mente sin dejar espacio a mi ser.
Todo aquello que tenía, sentí y vivía, lo había creado yo con mis propias creencias. Veía la vida a través de esa programación que integré en mis primero años de vida.
Creía que los pensamientos que mi mente había programado, eran los verdaderos.
Yo creaba mi propia realidad. Fui el claro ejemplo de cómo las creencias hacen que vivas de manera similar a ellas.
Cuando eres capaz de identificar tus pensamientos y no aferrarte a ellos, o no formar parte de ese parloteo que continuamente esta dentro de nosotros, cuando llegas al punto de cuestionarte realmente si eres esa vocecita que hay dentro de tu cabeza, que resulta difícil de controlar, y que hace que este ocupada la mayor parte del tiempo pensando en el pasado, o futuro, en cosas que ni siquiera han ocurrido y que nos impide vivir el presente.
Cuando llegas a ese punto, es cuando empiezas a conocerte y a sentirte libre, ya que descubres que eres un poder mucho mayor, un poder inimaginable, un poder que te hace sentirte en paz, descubres que vivir en armonía hace que sientas cada instante de vida con plenitud.
Todo esto resulta fácil de explicar y difícil de practicar. ¿Por qué? Porque nuestra sociedad no está educada para encontrarnos a nosotras mismas, sino para vivir sin reflexionar, sin parar, recorriendo todos la misma carrera, sin ser conscientes de nada. Vivimos con una venda en los ojos, imitando unos a otros, hablando de lo mismo a diario, guerras, malas noticias, crisis, muertes, desgracias… Todos vibrando en la misma onda.
Todos emitiendo una energía que no nos permite ver más allá, ni crecer, ni evolucionar, ni vivir. El mundo es un lugar maravilloso, y el ser humano es el único ser con la capacidad de construir, de crear, de realizarse. Y por desgracia también de destruir, de corromper, de matar…
Falta muchísima humanidad para tanta mente enferma.
Es necesario despertar, crear consciencia, y priorizar la energía para construir, para crecer, para, elevar, para ayudar, para amar, para ser… para VIVIR.
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